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miércoles, 14 de mayo de 2014

Y EL DELIRIO...

"La poesía se aferra al instante y no admite la esperanza, el consuelo de la razón. Al acercarnos a la razón y a la poesía en sus comienzos, en su aurora esplendente griega, aparecen con papeles contrarios a los que imaginamos. 
En los tiempos modernos, la desolación ha venido de la filosofía y el consuelo de la poesía. Mas aquí vemos lo contrario, la poesía es la voz de la desesperación,l de la melancolía y del amor a lo pasajero que no se quiere consolar de perderlo o de perderse. Por eso se embriaga. "Acerca mi copa, porque es mejor para mí estar tendido ebrio que muerto" (Anacreonte) [...] La razón no es sino renuncia, o tal vez la impotencia de la vida. Vivir es delirar. Lo que no es embriaguez, ni delirio, es cuidado. Y ¿a qué el cuidado por nada, si todo ha de terminarse? El filósofo concibe la vida como un continuo alerta, como un perpetuo vigilar y cuidarse. El filósofo vive en su conciencia, y la conciencia no sino cuidado y preocupación. 
Cuidado y preocupación, porque tiene algo que no acaba de tener dueño de esta conciencia. Porque tiene un comienzo de algo imperecedero y que sin embargo, depende para su logro, de que él lo logre. Porque el filósofo siente que se ha dado, junto con la vida una reminiscencia. 
Reminiscencia de su origen, que le llevará a su fin, si pone cuidado de concertar su vida a ella. Pero el poeta no siente la reminiscencia sino que huésped enteramente de este mundo, lo ama y se siente apegado a sus goces. ¿Es que el poeta, poseído por el entusiasmo, ha sido sin embargo, dejado de la mano de los dioses? ¿O es acaso, que está poseído enteramente por lo divino de este mundo y por ello no quiere por nada abandonarlo?
Le poseen, sí, los dioses de este mundo, que, sin duda los tiene, El mismo Platón en el Fedro habla de los efectos de la belleza a causa de su resplandor, y del sagrado terror que produce en el amante, la belleza de la criatura amada. 
Y comparando a la belleza con la sabiduría, da a entender que la belleza nos atrae más porque es visible. "En cuanto a la belleza, brilla, como ya he dicho entre todas las demás esencias y en nuestra estancia terrestre, donde lo eclipsa todo con su brillantez, la reconocemos por el más luminoso de nuestros sentidos" [...] el poeta, está poseído por la hermosura que brilla, por la belleza resplandeciente que destaca entre todas las cosas. Y sabe, es lo único que no puede olvidar, que tendrá que dejar de verla, de gozar su brillo. El poeta está, para su desventura, consagrado a una divinidad que perece, en el doble sentido, de que la vemos irse ante nosotros y de que nosotros también nos iremos a donde ella ya no esté. El poeta olvida lo que el filósofo se afana en recordar, y tiene presente en todo instante, lo que el filósofo ha desechado para siempre. El poeta se desentiende de la reminiscencia que despierta a la razón, y está en vela ante todo lo que el filósofo ha olvidado". 

María Zambrano (1904-1991) en Filosofía y Poesia (p.p.35 y 36)