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jueves, 26 de junio de 2014

EL AMOR DE PLINIO

"[...] en el famoso escrito que Plinio dirige a su esposa para llorar su ausencia, lo que aparece no es simplemente, como en tantas otras cartas, el hombre que toma a su esposa admirativa y dócil por testigo de sus trabajos literarios y de sus éxitos de tribuna: es un hombre que tiene hacia su mujer un apego intenso y un deseo físico tan vivo que no puede evitar buscarla noche y día aunque ya no esté: 

No podrías creer cuánto te hecho de menos; la razón es mi amor, en primer lugar, y, luego, el hecho de que no tenemos la costumbre de estar separados. Por eso una gran parte de mis noches me la paso despierto representándome tu imagen; por eso, en pleno día, a la hora en que acostumbraba a ir a verte, mis pies me llevan por sí mismos a tu habitación; por eso, finalmente, triste y afligido como si me hubieran cerrado la puerta, regreso a tu cuarto vacío. Hay un solo momento en el que escapo de esta tortura: es el paso en el foro, absorto en el proceso de mis amigos. Represéntate pues lo que es mi vida, cuando tengo que buscar reposo en el trabajo y consuelo en los sinsabores y las preocupaciones.

Las fórmulas que aparecen en esta carta merecen ser retenidas. La especificidad de una relación conyugal personal, intensa y afectiva, independiente tanto del estatuto y de la autoridad maritales como de las responsabilidades de la casa, aparece claramente en ella: el amor se distingue con cuidado del hábito de compartir la existencia, incluso cuando ambos contribuyan de manera legítima a hacer preciosa la presencia de la esposa y dolorosa su ausencia. Por otra parte, Plinio expone varios de los signos tradicionales reconocidos en la pasión amorosa: las imágenes que obsesionan las noches, los movimientos involuntarios de idas y vueltas, la búsqueda del objeto perdido, pero esos modos de proceder que pertenecen al cuadro clásico y negativo de la pasión son presentados aquí de manera positiva, o más bien, el sufrimiento del esposo, el movimiento apasionado por el que se ve arrastrado, el hecho de que esté dominado por su deseo y su pena se plantean como pruebas positivas del afecto conyugal. Finalmente, entre vida matrimonial y actividad pública, Plinio establece no un principio común que unifique el gobierno de la casa y la autoridad sobre los demás, sino un juego complejo de sustitución y de compensación: a falta de encontrar en su casa la dicha que le proporcionaba su mujer, se sume en los asuntos públicos. ¡Cuán viva ha de ser su herida para que encuentre en los sinsabores de la vida en el exterior los consuelos de sus penas privadas!"

Michel Foucault (1926-1984) filósofo francés, un fragmento de Historia de la Sexualidad (La inquietud de sí, p.p.89 a 91)