Por fidelidad a lo que ya tiene el poeta, desde el comienzo no puede lanzarse hacia el invisible ser. Lo que él tiene, no ha precisado salir a buscarlo, no se ha fatigado en su cacería, sino que se sintió cargado de algo que le angustia y le colma, al par. Posesión infinitamente azarante, como si excediera de las fuerzas humanas. Su vivir no comienza por una búsqueda, sino por una embriagadora posesión.
El poeta tiene lo que no ha buscado y más que poseer, se siente poseído.
Por eso el poeta no parece un hombre, o si él es un hombre, entonces es el filósofo el que parece inhumano. El filósofo define la vida humana por su manquedad, por su insuficiencia y de ella parte para encontrar, para encontrar por sí mismo, el camino que le lleve a completarse.
La Filosofía es incompatible con el hecho de recibir nada por donación, por gracia. Es el hombre el que saliendo de su extrañeza admirativa, de la angustia o del naufragio, encuentra por sí el ser y su ser. En suma, se salva a sí mismo con su decisión.
Y el poeta es fiel a lo que ya tiene. No se encuentra en déficit como el filósofo, sino, en exceso, cargado, con una carga, es cierto, que no comprende. Por eso, la tiene que expresar, por eso tiene que hablar "sin saber lo que dice", según le reprochan. Y su gloria está en no saberlo, porque, con ello, se revela que es myy superior a un entendimiento humano la palabra que de su boca sale; con ello nos muestra que es más que humano, lo que en su cuerpo habita"
María Zambrano (1904-1991) en Filosofía y Poesía (p.p. 41)
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