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domingo, 25 de mayo de 2014

LA VIEJA CASA

" [...] los poetas nos dominan. ¡Con qué fuerza nos demuestran que las casas perdidas para siempre viven en nosotros! Insisten en nosotros para revivir, como si esperaran que les prestáramos un suplemento de ser. ¡Cuando mejor habitaríamos la casa! ¡Cómo adquieren súbitamente nuestros viejos recuerdos una viva posibilidad de ser! Nosotros juzgamos el pasado. Nos sumerge una especie de remordimiento de no haber vivido con bastante profundidad en la vieja casa. Rilke describe ese pesar punzante en versos inolvidables, en versos que hacemos dolorosamente nuestros, no tanto en su expresión, como en un drama del sentido profundo:

¡Oh nostalgia de los lugares que no fueron
bastante amados en esa hora pasajera!
¡Cuánto quisiera devolverles de lejos
el gesto olvidado, el acto suplementario!

[...] En la casa no hemos soñado bastante. Y puesto que podemos volver a encontrarla por el ensueño, el enlace se efectúa mal. Los hechos agobian nuestra memoria. Quisiéramos revivir, allende los recuerdos reiterados, nuestras impresiones abolidas y los sueños que nos hacían creer en la felicidad:

Oú vous ai-je perdue, mon imagerie piétinée?
[¿Dónde os he perdido imágenes mías pisoteadas?] * André de Richaud

[...] Parece que algo fluido reúne nuestros recuerdos. Nos fundimos en ese fluido del pasado. Rilke ha conocido esta intimidad de fusión. Dice esa fusión del ser en la casa perdida:

No he  vuelto a ver nunca esta extraña morada...Tal como la encuentro en mi recuerdo infantilmente modificado no es un edificio: está toda ella rota y repartida en mí; aquí una pieza, allá una pieza y acá un extremo de pasillo que no reúne a estas dos piezas, sino que está conservado en cuanto que fragmento. Así es como toda está desparramado en mí; las habitaciones, las escaleras, que descendían con lentitud ceremoniosa, otras escaleras, jaulas estrechas subiendo en espiral, en cuya oscuridad se avanza como la sangre en las venas

Así, los sueños descienden a veces tan profundamente en un pasado indefinido, en un pasado libre de fechas que los recuerdos precisos de la natal casa parecen desprenderse de nosotros. Esos sueños sorprenden nuestra ensoñación. Llegamos a dudar de haber vivido donde hemos vivido. Nuestro pasado está en otra parte  y una irrealidad impregna los lugares y los tiempos. Parece que ha permanecido en los limbos del ser. Y el poeta y el soñador se encuentran escribiendo páginas cuya meditación aprovecharía a una metafísica del ser"

Gastón Bachelard (1884 1962),  filósofo y poeta francés, fragmento de "Poética del espacio" (p. 88-90)


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